Fusión del azufre
Luego del largo viaje desde Canadá, el azufre, materia prima del ácido sulfúrico que produce Noracid, llega a la planta de Mejillones en forma de pellets sólidos que le dan estabilidad y aportan seguridad a su traslado. Sin embargo, para procesarlo debe volver a su condición de estado líquido, por lo que es sometido a un proceso de fusión, en el cual es expuesto a temperaturas por sobre los 145 ºC para lograr su licuefacción. Este tratamiento se lleva a cabo con equipos especializados y bajo estrictos protocolos de seguridad, con la supervisión de la Sala de Control de Operaciones.
Dado que el azufre es un elemento químico muy abrasivo, al que se suman el vapor y una gran exigencia para los equipos, la fusión es la etapa del procesamiento de este insumo en donde se realiza la mayor cantidad de trabajo de mantención.
Como parte del ciclo de producción del ácido sulfúrico, la fusión no se detiene. De hecho, se realiza las 24 horas de los 365 días del año. Todo comienza cuando, a través de la Correa Transportadora Nº 1, se envía el azufre desde las bodegas a un estanque de fusión de 100 m3 de capacidad. Ahí se introduce en estado solido y se calienta con vapor de agua de baja presión, que circula a través de serpentines hasta que se funde. Visualmente, es como si en una olla se pusiera azúcar, aplicara calor y esperara a que esta se derrita para transformarse en un caramelo.
Cada hora, 25 toneladas de azufre pasan a estado líquido. Luego se limpia con filtros y se le retiran todas las impurezas como cenizas o restos de cal. Esto resulta clave, puesto que se trata de un combustible que va a ser quemado, por lo que mientras más limpio quede, más eficiente será el proceso, generando ácido sulfúrico con un alto nivel de pureza y manteniendo los equipos en mejor estado.
Una vez limpio, el azufre se envía a un estanque de almacenamiento de 990 m3 de capacidad, equipado con serpentines calefactores para mantenerlo en estado líquido. Desde ahí será posteriormente impulsado hacia la segunda sección de la planta, donde pasará a la siguiente etapa: ser quemado para obtener dióxido de azufre (SO2), un gas incoloro que será esencial para lograr el ácido sulfúrico que necesitan las empresas mineras y otras industrias para llevar adelante sus procesos productivos.